El duelo es una experiencia psicológica que se produce cuando perdemos a alguien o algo importante en nuestra vida, como un ser querido, una mascota, una relación, un trabajo, un proyecto... El duelo implica un proceso de adaptación emocional y social a la pérdida, que puede durar desde semanas hasta años, ya que depende de cada persona y de cada situación. Algunas personas requieres de ayuda profesional para superar este proceso y para ellos contamos con terapias específicas en Contigo Psicología, tanto para adultos como para pacientes más jóvenes.
Tipos de duelo
Existen diferentes tipos de duelo, según las características de la pérdida, la forma de afrontarla y las reacciones que se generan. Algunos de los tipos de duelo más comunes son:
Duelo normal: es el proceso natural y saludable de aceptar la pérdida y superar el dolor, atravesando diferentes etapas como la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación.
Duelo anticipado: se da cuando sabemos que la pérdida va a ocurrir, por ejemplo, cuando una persona tiene una enfermedad terminal. Esto puede facilitar el proceso de despedida y preparación, pero también puede generar ansiedad, culpa o impotencia.
Duelo ausente: se caracteriza por la falta de expresión o manifestación de las emociones asociadas a la pérdida. La persona puede negar o minimizar el impacto de la pérdida, o aislarse de los demás.
Duelo retardado: se da cuando la persona pospone o reprime sus sentimientos por la pérdida, hasta que algún evento o circunstancia los desencadena.
Duelo desautorizado: se produce cuando la persona no recibe el apoyo o el reconocimiento social de su pérdida, por ejemplo, cuando se pierde a una mascota, a un amigo, a un ex pareja o a un familiar lejano. Esto puede generar sentimientos de soledad o incomprensión.
Duelo inhibido: se refiere a la incapacidad de la persona para mostrar sus emociones por la pérdida, por temor al rechazo o al juicio de los demás.
Duelo sin resolver: se produce cuando la persona no logra superar la pérdida después de un tiempo prudencial y sigue sintiendo una intensa tristeza, desolación y angustia. Esto puede dar tras una pérdida traumática, inesperada o violenta, o a las personas que tienen dificultades para expresar sus emociones.
Duelo crónico: es similar al duelo sin resolver, pero con una intensidad menor. La persona sigue sintiendo nostalgia, melancolía o apatía por la pérdida, pero puede funcionar en su vida cotidiana.
Duelo distorsionado: se manifiesta con conductas extremas o desadaptativas como resultado de la pérdida, como la agresividad, la culpa, la adicción o la depresión. Estas conductas pueden ser una forma de expresar el dolor o de escapar de él.
Cada tipo de duelo requiere una atención y una intervención específica, según las necesidades y los recursos de cada persona. Lo más importante es reconocer y validar las emociones que se sienten por la pérdida, buscar apoyo profesional si es necesario, y permitirse vivir el duelo como un proceso de sanación y crecimiento personal.